cómo es que sabiendo de la luz del día
algo puso a
su costado y aún
temió más
que a la noche
se tenían
los precisos pasos
la intriga
de su azar dorado
la memoria
de su canción antigua
y mal
cantada
a qué temió
saber
el alma que
albergaba su penumbra
no hay más
vino después
un alma
hambrienta
escucha el
silbo de unos vientos de sur
será que
sólo reina en esta parte
una
medianía feroz
que a todo
ciega
será que es
destino algunos ciegos
que en su
balbuceo confuso
intenten
nombrar alguna luz
unos
vientos
sobre la
llanura que se expande
Carlos Alberto Roldán
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